sábado, 31 de mayo de 2008

Are you starting to change?

Jamás

lo hubiera pensado, pero a veces hay cosas que ocurren: los fantasmas también desaparecen y es mejor que eso ocurra cuando una lleva un bonito vestido a juego con un bonito collar y unos bonitos zapatos.

A la mañana siguiente, me levanté con todo el sigilo que mi temblor de piernas me permitió con la intención de darme una ducha, pero eso significaría perder su olor y su esencia y no volver a sentirla nunca más; era algo tan estúpido. En la ciénaga de mi dolor de cabeza, como dijo el poeta, flotaban imágenes de lo que fue una noche de demasiados sueños y sólo una pesadilla: la de no volver a soñar jamás en aquellos términos.

Nunca pensé perder así la cabeza, traicionar a las personas que me esperaban en casa por sentir durante una sola noche el peso de su cuerpo, pero fue tan sencillo perderse. Y volvería a hacerlo, una, y otra, y otra vez. Lo que ocurrió después quizá no tenga demasiada importancia: un largo paseo de vuelta a casa con los pies doloridos y el silencio de guardar un secreto que sólo me pertenecía a mí.

Lo que ocurrió antes, eso sí que es otra historia. Conforme pasa el tiempo tengo en la cabeza el azul de un océano infinito mientras otros detalles se desvanecen y sin embargo siento que nunca he estado tan equivocada como ahora. De cómo perdí la cabeza y otros cuentos chinos, capítulo tercero (Ay, Andrew)

No hay comentarios: