sábado, 14 de marzo de 2009

Humo deshaciéndose al subir

Y ahí
estaba yo, patética, miedosa, enfermiza y maleducada, disimulando siempre gestos, palabras, miradas, sin atreverme a mirar demasiado por si me caía dentro y no sabía regresar.

Infantil, desaliñada, desconsolada y malhumorada, disfrutando del placer de mirar sin ser mirada, de los gestos que no se encuentran porque no son necesarios.

La malquerida, la bienamada, amante de todos y de nada, paseante, caminante, descuidada y siempre distante. De cómo temblar a la luz de un relámpago, capítulo segundo

No hay comentarios: