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Cuenta
la leyenda que hace muchos, muchos años, un príncipe mendigo recorrió océanos, bosques y montañas para encontrarse con su amada, a la que, muchos años antes, juró que volvería. Abandonó su vida en el castillo para buscar un futuro nuevo, reunirse con todos aquellos a los que una vez había despreciado, vivir entre desalmados, desarrapados y desencantados, descubrir el porqué de su desdicha y remover en el barro hasta encontrar lo que nunca creyó haber perdido.
El príncipe besó a la princesa y le regaló una enorme esmeralda dentro de la cual vivía un genio que tenía el poder de saber en todo momento dónde estaba el príncipe, podía ayudarle si se encontraba en peligro, socorrerle en los peores momentos y liberarle de la pobreza cuando el príncipe lo quisiera; pero el genio, como todos aquellos que persiguen algo que saben que jamás podrán alcanzar, era vengativo, estaba dispuesto a cualquier cosa por conseguir lo que nunca podría tener, el corazón de la princesa. El genio sabía que sólo podría alcanzarlo cuando se rompiera en pedazos, sólo en ese momento la princesa pronunciaría las palabras necesarias para liberarlo de la esmeralda y él le arrebataría su corazón torturado.
Un día en el que el príncipe dormía plácidamente, el genio decidió contarle a la princesa que su amado había perecido víctima de una terrible hambruna, y la pobre príncesa incrédula, confiando en que un regalo de su amado, jamás podría traicionarla, lo creyó tan ciegamente que su corazón se rompió en mil pedazos. "Ayúdame, genio, sólo tú puedes liberarme de este dolor". El genio, consciente al fin de que había llegado su momento, le dijo "yo te ayudaré, princesa, pero antes tienes que sacarme de esta esmeralda, tírala al suelo hasta que el regalo de tu amado se rompa también en mil pedazos, como tu corazón". La princesa así lo hizo, y el genio, empleando todas sus malas artes, lanzó un hechizo para que la esmeralda que su amado le regaló penetrara en el pecho de la princesa, mientras su corazón se recomponía, trozo a trozo, en las manos del genio. Temeroso de que se escapara o que alguien lo encontrara, el genio cavó muy profundo en los jardines del castillo y allí enterró su tesoro más preciado.
Cuando el príncipe mendigo volvió a su hogar en busca de su amada, sus ojos azules como el cielo otoñal, se habían vuelto verdes y sibilinos, no había rastro del candor que un día tuvieron, ni del amor que un día sintió por el príncipe, le había olvidado. Ahora su corazón enterrado pertenecía a otra persona.
El corazón del príncipe, destrozado por la traición del genio, incapaz de encontrar el corazón de la princesa e incapaz de sacar de su pecho la esmeralda que él mismo le había regalado, también se rompió en mil pedazos, y le pidió al genio un último favor, ya que todo se lo había arrebatado. El genio aceptó su petición y tiró al suelo una endeble piedra del castillo que al romperse en mil pedazos suplantó el corazón del desdichado príncipe; cuando lo tuvo en sus manos, se lo ofreció a la princesa: "ten, princesa, ahora mi corazón también está muerto".
la leyenda que hace muchos, muchos años, un príncipe mendigo recorrió océanos, bosques y montañas para encontrarse con su amada, a la que, muchos años antes, juró que volvería. Abandonó su vida en el castillo para buscar un futuro nuevo, reunirse con todos aquellos a los que una vez había despreciado, vivir entre desalmados, desarrapados y desencantados, descubrir el porqué de su desdicha y remover en el barro hasta encontrar lo que nunca creyó haber perdido.
El príncipe besó a la princesa y le regaló una enorme esmeralda dentro de la cual vivía un genio que tenía el poder de saber en todo momento dónde estaba el príncipe, podía ayudarle si se encontraba en peligro, socorrerle en los peores momentos y liberarle de la pobreza cuando el príncipe lo quisiera; pero el genio, como todos aquellos que persiguen algo que saben que jamás podrán alcanzar, era vengativo, estaba dispuesto a cualquier cosa por conseguir lo que nunca podría tener, el corazón de la princesa. El genio sabía que sólo podría alcanzarlo cuando se rompiera en pedazos, sólo en ese momento la princesa pronunciaría las palabras necesarias para liberarlo de la esmeralda y él le arrebataría su corazón torturado.
Un día en el que el príncipe dormía plácidamente, el genio decidió contarle a la princesa que su amado había perecido víctima de una terrible hambruna, y la pobre príncesa incrédula, confiando en que un regalo de su amado, jamás podría traicionarla, lo creyó tan ciegamente que su corazón se rompió en mil pedazos. "Ayúdame, genio, sólo tú puedes liberarme de este dolor". El genio, consciente al fin de que había llegado su momento, le dijo "yo te ayudaré, princesa, pero antes tienes que sacarme de esta esmeralda, tírala al suelo hasta que el regalo de tu amado se rompa también en mil pedazos, como tu corazón". La princesa así lo hizo, y el genio, empleando todas sus malas artes, lanzó un hechizo para que la esmeralda que su amado le regaló penetrara en el pecho de la princesa, mientras su corazón se recomponía, trozo a trozo, en las manos del genio. Temeroso de que se escapara o que alguien lo encontrara, el genio cavó muy profundo en los jardines del castillo y allí enterró su tesoro más preciado.
Cuando el príncipe mendigo volvió a su hogar en busca de su amada, sus ojos azules como el cielo otoñal, se habían vuelto verdes y sibilinos, no había rastro del candor que un día tuvieron, ni del amor que un día sintió por el príncipe, le había olvidado. Ahora su corazón enterrado pertenecía a otra persona.
El corazón del príncipe, destrozado por la traición del genio, incapaz de encontrar el corazón de la princesa e incapaz de sacar de su pecho la esmeralda que él mismo le había regalado, también se rompió en mil pedazos, y le pidió al genio un último favor, ya que todo se lo había arrebatado. El genio aceptó su petición y tiró al suelo una endeble piedra del castillo que al romperse en mil pedazos suplantó el corazón del desdichado príncipe; cuando lo tuvo en sus manos, se lo ofreció a la princesa: "ten, princesa, ahora mi corazón también está muerto".
De cómo...
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