Cuando por fin
quise llorar supongo que ya era demasiado tarde para que los demás se compadecieran, enjugué mis lágrimas con todas las que había hecho verter a quienes me rodeaban, y me marché en silencio contemplando la escena como si fuera el último atardecer que me regalaba la soledad.
Pido perdón por no saber perdonar, y por todas las veces que tampoco tuve intención de hacerlo...
Demasiado ruido, demasiadas cosas, demasiadas dudas. De cómo nunca llegaré a conocer la felicidad, capítulo primero
quise llorar supongo que ya era demasiado tarde para que los demás se compadecieran, enjugué mis lágrimas con todas las que había hecho verter a quienes me rodeaban, y me marché en silencio contemplando la escena como si fuera el último atardecer que me regalaba la soledad.
Pido perdón por no saber perdonar, y por todas las veces que tampoco tuve intención de hacerlo...
Demasiado ruido, demasiadas cosas, demasiadas dudas. De cómo nunca llegaré a conocer la felicidad, capítulo primero
No hay comentarios:
Publicar un comentario