jueves, 6 de marzo de 2008

Quemé todos mis trajes de color


Sentir el frío
bajo los pies y que el viento te despeine. Volver atrás la cabeza, recordar las alegrías, recordar también las penas. Los momentos felices pasaron, pasaron también aquellos que nos hicieron sentir desgraciados.

En una calle vacía mientras veía la lluvia caer nada era tan importante, rompí mis zapatos nuevos, manché mis nuevos vestidos y cuando por fin no quedaba nada me deslicé por el hueco que dejaron nuestros sueños en noches que nunca existieron.


Eras como la nieve, y al no encontrar las palabras que tendrían que hacernos sentir vivos, cerré los ojos para verte desaparecer, desplomándote en el suelo, y el agua, el barro, mi cuerpo, tu cuerpo. De cómo rompí en pedazos lo mejor de nuestras vidas, capítulo primero.

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