miércoles, 4 de junio de 2008

No tengo intención de tirarme de bruces al suelo

y llorar

hasta que la vida deje de importarme.

Así es, no puedo escribir mientras como ni puedo concentrarme cuando hay ruido.

Intenté escribir una oda al amor presente, pero sólo conseguí loar el amor perdido. Ensalzar la virtud de los más humildes y defender a los desamparados, encarecer las desgracias de quienes dan su vida por aplacar los días de los que han perdido su camino. Olvidar mi dolor para aliviar el ajeno, despertar un milagro en todos los que han perdido la fe.

Cuando el egoísmo y la necedad volvieron a hacer su aparición, me senté de nuevo en un banco del andén a esperar el tren. De cómo ensalzar la emoción vivida, capítulo primero

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